Recuerdo claramente el año 2017. Fue un momento crucial en mi vida cuando tuve la oportunidad de sostener la primera LifePlanner en mis manos. En aquel entonces, apenas estaba dando los primeros pasos con la edición inaugural de la LifePlanner Classic. Fue entonces cuando un primo se acercó a mí, emocionado, y me habló de un amigo suyo al que pensaba que le encantaría mi producto. Me puso en contacto con él y le regalé una Classic Black, además de diez más para que las compartiera con sus conocidos. Ese amigo, además de convertirse en un excelente asesor, sigue siendo cliente de LifePlanner hasta el día de hoy.

ASESORIA PATRIMONIAL.

Como asesor financiero, mi vida profesional está estrechamente relacionada con la vida personal, familiar y laboral de mis prospectos y clientes. Comprendo que durante los primeros días de enero, la mayoría de las personas no están en la mentalidad de tomar decisiones importantes, ya que están ocupadas con las festividades de fin de año. Esto me dio un espacio para sumergirme en la nueva agenda que había adquirido.

Al igual que muchas personas, tengo la costumbre de comer doce uvas la noche del 31 de diciembre, justo antes de la medianoche, simbolizando los doce meses del año por venir. Cada uva representa un mes y, con ella, se plantean nuevos deseos y metas para mejorar la calidad de vida, relaciones, trabajo y mucho más.

Sin embargo, la realidad es que, en la mayoría de los casos, este entusiasmo y compromiso con las metas recién formuladas dura solo unas horas, días o, si somos optimistas, un mes y medio. Luego, muchas de estas metas se desvanecen en el olvido. ¿Por qué ocurre esto? Es una pregunta que me planteé con seriedad, y llegué a una conclusión: la clave está en la acción.

Como asesor financiero, estoy acostumbrado a planificar, establecer metas y ayudar a otros a hacerlo, pero me di cuenta de que estaba descuidando mi propio crecimiento personal. Este fue el punto de partida para un cambio significativo en mi vida. Tomé la decisión de adquirir la LifePlanner Business, la versión mejorada, sin haber estudiado completamente sus diferencias con la anterior. Sin embargo, estaba dispuesto a pagar la diferencia de costo justificándola como una inversión en mi futuro y mi desarrollo personal.

La LifePlanner no es solo una agenda, es una herramienta que ofrece la oportunidad de llevar un registro estructurado y medible de tus metas. Incluso antes de comenzar a utilizarla, la historia del "cómo te comes un elefante" me atrapó y me impulsó a seguir adelante. Llenar la LifePlanner requiere paciencia, dedicación y, sobre todo, acción. Añadí detalles personales, como el número de semana en cada página, lo que me permitía un seguimiento más riguroso de mis metas a lo largo del año.

Una característica fundamental que implementé fue la creación de una sección llamada "Mi porqué". En esta parte, resumí en una sola oración mis propósitos en la vida, cómo deseaba estar pleno y feliz, y cómo quería ser percibido por los demás. Esta sección me recordaba constantemente mi propósito y motivación.

A día de hoy, puedo admitir que no he alcanzado todas las metas que inicialmente anoté en mi LifePlanner basándome en la "Rueda de la Vida". Sin embargo, al revisar mis anotaciones pasadas, tengo una comprensión más profunda de por qué no lo logré y, lo que es más importante, qué acciones debo retomar para recuperar el rumbo.

Este año aún no ha llegado a su fin, y tengo la firme creencia de que será mi mejor año hasta la fecha. La disciplina y la perseverancia son claves para cumplir metas, y aunque aún me queda trabajo por hacer, sé que no es imposible. Quedan pocos meses, y estoy decidido a aprovecharlos al máximo. El compromiso con mis metas es firme, y la LifePlanner es mi compañera en este emocionante viaje de autodescubrimiento y logro personal.